MOVIMIENTO SLOW

11 06 2012

Como decíamos el otro día, vivimos en una sociedad frenética cuyos valores son el crecimiento por el crecimiento. La prisa es el motor de nuestras acciones y si seguimos con este ideal, nos vamos a ir al garete. Hay que buscar alternativas, pues como dijo Gandhi: en la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad.

En oposición al estilo de vida derrochador y despilfarrador en que nos encontramos, a finales de los 80 nació en Italia el movimiento Slow, que aboga por la posibilidad de llevar una vida más plena y desacelerada, en oposición al “Fast Life”, el estilo de vida que nos consume. Todo comenzó en la Plaza de España de Roma. Una manifestación en contra de la apertura de un Mc Donald’s, liderada por un sociólogo especializado en gastronomía, fue el detonante.

El primero de los movimientos Slow en aparecer fue el Slow Food, un movimiento ecogastronómico que nació en contraposición a la fast food y con el objetivo de salvaguardar las pequeñas producciones agrícolas tradicionales, con sus productos y métodos de cultivación. En África, por ejemplo, desarrollan programas de educación alimentaria y actúan a favor de la biodiversidad, promoviendo la protección de los productos alimenticios locales en vías de extinción. La idea es que a través de la protección de un producto, una variedad vegetal o una raza animal, se pueda proteger también a la comunidad donde se encuentra. Así, por ejemplo, encontramos el yogur con ceniza de los Pokot, en Kenia; el café silvestre de la selva de Harenna, en Etiopía; o el cuscús salado de mijo de la isla de Fadiouth, en Senegal.

Paralelamente al Slow Food, nace otro movimiento decrecentista: Slow Cities, que también se extiende por todo el mundo y engloba a más de 100 ciudades, entre ellas algunos municipios españoles como Begur, en Girona, Bigastro, en Alicante o Lekeitio, en Vizcaya. Es el movimiento de las ciudades lentas: ciudades desestresadas que quieren mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos a través de la tranquilidad, los espacios verdes y la ausencia de estrés, manteniendo las tradiciones de cada pueblo. Para ello, en estos municipios se han instalado energías renovables, se controlan los gases nocivos para el medio ambiente, se ha recuperado la huerta tradicional como patrimonio natural y la alimentación se basa en productos locales, ecológicos y de temporada.

Estos fueron los primeros pero poco a poco han ido apareciendo otros movimientos Slow, como el “school”, el “travel”, el “book” o el “money”.